7/30/2010

Nuestra tendencia revolucionaria y las llamadas “contra” culturas urbanas.


¡Ah, los nihilistas y occidentales vociferarán contra mí! ¡Me llamarán retrógrado! Pero, ¡que el diablo se los lleve, expresaré todo mi pensamiento!
Fedor Dostoiesvky


Hace varios años, en un país del sur, tuve el honor de conocer a un octogenario anarco sindicalista. Se trataba de un hombre que había conocido la lucha del Pueblo con los anarquistas como protagonistas de primer orden en los sectores populares, había participado en la naciente organización sindical revolucionaria que combatía al parlamentarismo y superaba el mutualismo propio de las embrionarias organizaciones obreras de nuestro continente, así mismo, participó desde nuestra tendencia como alternativa real desde la clase trabajadora del campo y la ciudad; conoció a la idea más santa de occidente definida e identificada como tal, al contrario de nuestro tiempo, en el que tan solo reconocemos una fanesca indigerible de colores abusivos que hablan de Revolución y Libertad en abstracto. Curiosamente en dicha entrevista la primera pregunta posterior a nuestro saludo fue: ¿Usted es “anarcopunk” o anarquista?

Recordar el encuentro por la materia que contiene, trae mucha leña para el debate y la crítica; factores que lamentablemente nunca han sido profundizados, sino únicamente vistos de lado bajo la complacencia y el gusto de quedar bien con estos sectores juveniles. Para los anarquistas del ahora, aquellos que nos vemos en la obligación de levantar nuestra idea en el Pueblo –porque somos parte de él- y transportar la lucha a niveles más reales que brinden soluciones a las necesidades de la mayoría de la población, es de importancia esclarecer ciertas expresiones que, sin sentido completo, se adjudican la continuación del proyecto anarquista, en una categorización denominada hoy como “contra culturas urbanas”, juveniles, etc.

Hablo aquí específicamente de los jóvenes que, “abanderados” en las ideas revolucionarias del Anarquismo Organizado, se muestran a la sociedad –en su mayoría- como todo lo contrario a lo que supone una tendencia como lo es el Anarquismo Comunista; siendo parte esencial del sistema capitalista, reproduciendo sus mismos comportamientos y designios, uniformando las ideas y degenerándolas. Nuestra idea pertenece al Pueblo, y solo en él se funde. Las demás interpretaciones son meras justificaciones burguesas para “resistir de otra forma”.


La contradicción de la “contra” cultura urbana.

Estas expresiones, llegadas de occidente, nacidas en un contexto diferente al vivido en nuestros países, se extienden a esta realidad como una fracción neo colonizadora, acrecentada en la medida que nuestro país se moderniza e ingresa a la era de la Globalización.

Mirando hacia atrás, el interés revolucionario de la juventud, hace más de 40 años, ingresaba por las manos, en la lucha popular, la construcción, y no por los ojos, bajo expresiones aparentemente radicales. No deseo emular la vieja frase “todo tiempo pasado fue mejor”, sino señalar la particularidad, de quienes –como decía líneas arriba- se consideran herederos de la tradición revolucionaria del Anarquismo, al convertirse en agentes reaccionarios, pues no han podido ingresar a un proyecto clasista y revolucionario, pues su culturalismo de valores usurpados, está en espacios inexistente o realidades imaginarias, llenas de sentimientos ahogados en botellas, luces, y noches de luna llena.

Las contra culturas urbanas son parte del sistema capitalista en la medida en que no pueden ofrecer una alternativa de construcción desde lo popular, la clase, incluso la misma cultura –pues su “conformación” únicamente se basa en un leve intercambio simbólico-, ya que, en una primera instancia, está su afirmación como individuos en su contra cultura jovial, y en segundo la cuestión política –si es que la hay. Es decir, primero se reconocen como integrantes de su cultura urbana y luego como integrantes de una clase, un Pueblo, una etnia, etc. Podríamos hacer una breve analogía con los intelectuales, artistas, o gente desclasada que se reclamaba heredera del Anarquismo –a la mitad del siglo XX en esta región- únicamente en su espacio identitario, sin posibilidad de trascendencia en formas concretas.

Vale también la pena preguntarse, ¿en realidad estas expresiones son “contra” culturas? Contra cultura, expresa la contraposición a una cultura totalitaria; en este caso, no creemos que opongan firme resistencia a la cultura hegemónica de occidente, y su proyecto civilizatorio. Más bien diríamos que se pliegan a esta, con un maquillaje y disfraz que inmoviliza posibles inquietudes de cambio en la juventud.

Las ideas revolucionarias no se uniformizan para asustar el Pueblo, el Anarquismo Organizado no es sinónimo de pantalones rotos, chaquetas negras, etc. Las contra culturas urbanas venden un estereotipo del anarquista; si antes era el loco de barba frondosa, ahora es el chico de cabellos erizados con jabón, o botas punta de acero. Esta lamentable clase de estereotipo sataniza aún más a nuestra idea, amparada en la difusión equívoca de los medios burgueses.

Otra de las partes en aquel conflicto son sus espacios de “lucha”, los cuales no existen más que en las relaciones que los jóvenes desean mostrar –lucha “anti fascista”, “liberación animal”, “cultural”, etc.-, es decir, puntos de reunión de los individuos que participan en ellos, y que únicamente satisfacen la necesidad de identificación y asentamiento de su identidad bajo supuestas consignas políticas; anulación de la identidad del otro –como en el supuesto “anti fascismo”- como inicio y fin de su labor, pandillerismo ideologizado, etc.

Dentro de todo el marco, también ingresa el dilema de lo simbólico. El Anarquismo Organizado creó símbolos, signos, de corte popular, asimilados por las masas, usados como escudos y lanzas en la lucha redentora. Esta misma clase de símbolos, de origen clasista, fueron usurpados por grupos contra culturales juveniles, desligando el mensaje inicial y final de estos, es decir: la lucha revolucionaria frontal, catapultándolos a esferas idealistas al extremo, donde se toma a la Revolución, la lucha armada, el clasismo, únicamente como chicles para canciones, banderines, parches, pins. La burguesía, el Estado, supieron aprovechar estos huecos en la búsqueda del sentido de la vida, para ponerlos a su lado.

Ya no existe una formación de cuadros, militantes, no hay reflexión teórica, todo parte de la subjetividad, del “yo creo”. Los “debates” fundamentales se centran entre quien fue más radical: ¿Sex Pistols o CRASS? , que es la “cultura” Punk o Skin Head, quién es más antifascista, quién no come animales, quién es más “libre” sexualmente. No hay Organización Revolucionaria (Partido), ni Minoría Activa (Vanguardia), tan solo colectivos de afinidad, que más bien serían grupos de amigos para superar necesidades humanas. No hay labor de inserción social, sino charlas, proyecciones de videos, conciertos, etc.

En el mundo del sin sentido, creado a costa de la vida humana, la búsqueda de aquello que llene la vida encuentra muchas trabas. Las contra culturas juveniles son expresiones de aquello; el sentido se ha perdido y se busca en lo incomprendido. El descontento se ha canalizado para otros intereses, y se marcha al unísono de una canción al mundo de la alienación. De nuevo han surgido pastores que confunden y atrapan, las drogas legales e ilegales terminan el trabajo.


Cooptación, inclusión ciudadana y vaciamiento de cualquier posible salida clasista.

No nos asombra saber que el Gobierno de la “Revolución” Ciudadana, y hasta los Partidos traidores que pululan a esta famélica aventura, sonríen y toman en cuenta a las contra culturas juveniles. Basta mirar claros ejemplos: conciertos –curiosamente pagados por la Unión Europea, el Municipio, el Gobierno-, encuentros, charlas sobre su “cultura”, radios, etc.

Es tan extenso el campo, que lo que algún día quiso ser una forma que contraponga al sistema una cultura libre, terminó quiera o no –en muchos aspectos- alineándose al mismo. El Gobierno de turno y demás instituciones ceden espacios, dinero, y tiempo a las culturas urbanas, en base a intereses propios. Aquí el cuento de la tolerancia y el respeto, se cambia por uno más claro, la cooptación y desmovilización. Aparecen grupos juveniles “políticos” que colaboran con el Estado, ONG´S, dividiendo y aislando a los jóvenes.

Una vez que el perro ha calmado su hambre deja de ladrar. Satisfechas las necesidades vitales de estos, todo vuelve a la calma, hasta el siguiente 1ero de Mayo, donde la marcha de los trabajadores, trae un anexo de arlequines multicolores de cabellos pintados. No se lucha por un Pueblo, por una clase, no se lucha por nada. El enemigo se volvió amigo, y la paloma come de la mano del gato. Se olvidaron que la Revolución es del Pueblo y no de una contra cultura urbana.


¿Qué hacer?

Si bien, mucha gente se ha interesado por el Anarquismo social a partir de tener contacto con estas contra culturas juveniles, resulta interesante saber que luego de tiempo, serían estas mismas personas quienes desechen a las mismas y se vuelquen a la alternativa popular. Preferimos estar en el Pueblo como Pueblo y clase, independientemente si nos sentimos “punks”, “skin heads” o “hip hop”. No desechamos la posibilidad que estos compañeros puedan trascender al mundo popular, pero desde su óptica esto es imposible –se trata de una mirada lineal-, si aún desean primero afianzarse como ellos, y no como parte del conglomerado de la clase popular.

Los anarquistas no llevamos cadenas, tratamos de romperlas. No queremos asustar a la gente, pues somos parte de ella, trabajamos en el Pueblo como anarquistas –ya que es esta nuestra tendencia política e ideológica-, lo hacemos con personas de los sectores populares y otras que están atravesadas por esta condición de clase -la misma que nos atraviesa como militantes. No buscamos crear grupos de amigos o pandillas de intelectuales. Buscamos un cambio aquí y ahora.

Sin una militancia y formación política, no se puede trascender. No se trata de negar a quién está incluido en estas manifestaciones la pertenencia o la militancia a nuestras ideas de facto, se trata de enfrentar un debate que se ha olvidado. Los últimos sucesos ocurridos en la ciudad de Quito –donde se mostró abusivamente al Anarquismo como una pandilla ideologizada-, nos obligan a tomar una postura clara frente a estos grupos.

Cuentan ya muchas décadas desde que éramos millones en el mundo y hacíamos temblar a los tiranos; en las plazas la bandera negra y roja hondeaba al calor del orador proletario que arengaba a la clase trabajadora. De aquello, nos queda el orgullo y la misión de volver a ser millones, terminar la edificación de la sociedad comunista iniciada por nuestros eternos compañeros. Mientras esta obra no haya sido acabada, la existencia de los anarquistas en el medio social y popular, será siempre imprescindible.

Retomemos las palabras del viejo Bakunin, y enarbolemos la bandera orgullosa del proletariado mundial. Id al pueblo. En él debe estar vuestra carrera, vuestra vida y vuestra ciencia. Aprended en medio de esas masas con las manos endurecidas por el trabajo cómo debéis servir a la causa del pueblo. Y recordad bien, hermanos, que la juventud culta no debe ser ni el amo, ni el protector, ni el bienhechor, ni el dictador del pueblo, sino únicamente la comadrona de su emancipación espontánea, el coordinador y el organizador de los esfuerzos y de todas las fuerzas populares.




Nota final: Cabe decir, que quién escribe este artículo, fue alguien que se interesó hace varios años por la contra cultura juvenil, es en esa medida, en que lo expuesto no se remite a un plano de ideas vagas y abstractas, sino a la experiencia propia y al fracaso total de cualquier intento llevado en aquel tiempo desde el espacio nombrado.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente, excelente texto...
muy bueno... Oigan yo soy comunista (vale decir de Partido), la cuestión es que según el artículo no veo mucha contradicción con la organización Leninista por ejemplo ¿cuál es su crítica con respecto al marxismo leninismo?
veo que no es la vanguardia ni el Partido de cuadros...

¿Cómo hago para saber su trabajo? (osea popular)
trabajan en barrios, fábricas el campo...

Además ¿cuales son sus acotaciones a la crítica de Marx al estado y la anarquía?

Saludos

Anónimo dijo...

Las principales diferencias son en cuanto a la estructuracion interna y al rol del Partido.

En cuanto a lo primero, se trabaja con concepciones de federalismo, estando los organos superiores subordinados al mandato de las bases.

En segundo, el rol del Partido no sería la toma del aparato del Estado, sino la forja desde los sectores sociales oprimidos de Poder Popular, de poder obrero y campesino directo.

Escribo desde Argentina, no conozco el trabajo politico que realizan los compañeros de Hijos del Pueblo, pero me imagino que puedes saber mas acerca de su laburo a traves de su prensa "El Amigo del Pueblo" y tomar contacto con la organizacion a traves de su correo electronico.

Un saludo revolucionario, camarada.

Francisco Campos

Convergencia Juvenil Clasista "Hijos del Pueblo". dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Convergencia Juvenil Clasista "Hijos del Pueblo". dijo...

Salud.

"Anónimo", pues aquello es un dilema muy grande, como para quererlo debatir en este espacio, agradecemos la colaboración del compañero F.C en su respuesta, acotamos que aquella formación Partido-Vanguardia, no es propiedad del Lenninismo, pues tiempo atrás, sería el mismo Bakunin quien elabore aquello, recomendamos leer los escritos de Filosofía y Política de nuestro camarada, en sus tomos I y II, donde se habla del tema.

Hablamos de Partido y Vanguardia en el sentido Bakuninista, y rescatamos la formación del Partido de cuadros como lo haría -haciendo honor al comentario del camarada- Resistencia Libertaria contra la dictadura en la Argentina.

Podemos criticar a los marxistas su etapismo, el sujeto único, la toma del Poder, la dictadura del Partido, etc.

Intentamos potenciar tres frentes, barrial, sindical y de presa, así como la escuela de formación.

¡Venceremos!

Néstor.

Anónimo dijo...

Gracias, sigan adelante en el muy necesario debate... y en la lucha popular